“Parece una especie de invasión progresiva que, en principio, provoca cierto desconcierto. ¿Qué papel desempeñan una cama y un sofá hechos con pomos de agua vacíos, un pino de Navidad coronado por un gorro frigio, un hueso con un fijador externo atravesando una pared de un palacete decimonónico, una palma real cercada… en centros culturales y zonas aledañas a la Plaza Mayor de Trinidad?”.
Periódico Escambray (Noviembre 2014)
Alejandro López Bastida, Trinidad 1971, egresado de la Escuela Nacional de Arte ENA, en 1990 incursiona en el complejo mundo de seleccionar, amasar y cocinar la tierra, para crear las más insólitas piezas para acercarnos al mundo de la magia y la poesía.
Dueño de un imaginario muy singular, si tenemos en cuento lo apegado a la tradición en que se encontraban los pocos artistas y artesanos que incursionaron en la cerámica en Trinidad, la obra de este joven se mueve entre lo utilitario y lo artístico, en un constante contrapunteo en el que cada una de las partes se enriquecen entre sí.
Tiestos y cacharrería extraídas de la tradición alfarera trinitaria, son reconsideradas formalmente por el ceramista a partir de la incorporación de una poética y un discurso más contemporáneo.
Los esmaltes, el engobe el Raku o simplemente la tierra cocida, tratada con un riguroso trabajo de pojado, son las técnicas habitualmente empleadas por Alejandro en sus propuestas artísticas, las que recorren un amplio campo: Murales, instalados en importantes hoteles de la ciudad, senaléticas, esculturas o la cerámica. En cada una de ellas, la sensualidad y el erotismo se trasluce en los rejuegos con las texturas y los sinuosos volúmenes que se envuelven en si mismo formando espirales o volutas o dejan al descubierto torsos o fragmentos de cuerpos desnudos como reafirmando el enunciado bíblico: de la tierra venimos.
El dibujo, técnica que no abandona el artista, apoya en una sólida estructura conceptual el trabajo cerámico y escultórico, pero vive, además su propio lenguaje, su propio mundo de línea y color.
Por momentos los dibujos son una suerte de proyectos para esculturas, en otros discursan sobre los globales problemas de la globalización o se mueven en temas mas íntimos, sobre todo a aquellos que se refieren al entorno más inmediato: la familia, con su carga de alegrías tristezas y también transpirando una fuerte dosis de nostalgia.
Los trabajos con la tierra y el dibujo, tan viejos como el hombre, rejuvenecen en nuevas manos en nuevas y jóvenes propuestas.